No solo es Chile, es Pinochet
Es el pinochetismo el que domina la economía peruana
Hector Béjar
Mientras
la derecha estigmatiza a los antisistema, la oposición elude ser llamada
antisistema. La derecha no quiere que la llamen derecha sino centro y la
izquierda teme que le digan antisistema porque la palabra está desprestigiada por
la derecha como sinónimo de extremismo y locura. Es el mito que han creado.
Una
gran parte del pueblo tiene miedo. Cree que si se mueve el sistema las cosas
van a ser peores. Están preocupados por la inseguridad, indignados con la
corrupción, atormentados por los bajos salarios, pero tienen miedo, miedo a lo
que puede venir. Más vale malo conocido que bueno por conocer, piensan los
conformistas.
La
sociedad peruana de hoy es la sociedad del miedo. Miedo a los ladrones, a los
asaltantes y miedo a que las cosas cambien.
En
los noventa, cuando Fujimori asumió la presidencia, sus emisarios marcharon a
Washington para comprometerse a despedir trabajadores, pagar la deuda con más
deuda, endeudarse más y rematar las empresas del estado a los dueños del
capital.
Poco
después los miembros de la CONFIEP marcharon a Chile para ofrecer a los
capitalistas chilenos las empresas que no les pertenecían a precio de saldos y
retazos. Morales Bermúdez ya había vendido diez años antes la primera flota
pesquera del mundo, la de Pescaperú, a los pesqueros chilenos.
¿Quiénes
compraron en el remate? Empresas españolas y chilenas.
No
fue Chile, no fue el pueblo chileno el que compró. Compraron en su nombre, con
su dinero, las empresas de la derecha chilena, los pinochetistas de la UDI
Unión Demócrata Nacional y Renovación Nacional. Compraron con los ahorros de
los chilenos.
Fueron
LAN, Edelnor, Edelsur, Ripley, Saga Falabella y otras empresas, las que aprovecharon
la oferta fujimorista.
Los
peruanos pensaron que la economía chilena estaba tan bien después de Pinochet que
podía comprarse el Perú completo. Chile era un éxito, se dijo y repitió hasta
el cansancio, y debía ser imitado.
El
fantasma de Pinochet invadió el Perú y todavía nos habita a través de LAN,
Ripley, Saga, etc.
Pero
las empresas chilenas no usaron su dinero sino el de los ahorros de los
chilenos apropiado por las AFP que fueron creadas por el pinochetismo. Ahorro
forzoso entregado a los empresarios a cambio de una probable jubilación que
cuando llegó resultó que no alcanzaba para vivir, tal como sucede en el Perú.
Los chilenos tardaron treinta años en darse cuenta de que las expectativas que
habían tenido no coincidían con la realidad.
En
los ochenta Pinochet se fue pero el pinochetismo se quedó en el Parlamento con
los representantes vitalicios del ejército con derecho a veto y en las finanzas
con las AFP. Al ejército le dieron un porcentaje fijo de las exportaciones de
cobre. A los empresarios les dieron las AFP, los ahorros de la gente. Dinero y
armas frente a la democracia de los partidos. La de Chile fue –y todavía es--,
una democracia limitada, vigilada. El dinero y las armas los tiene la
ultraderecha.
Pero
el Perú ha imitado a Chile y no solo tiene AFP sino que a partir de agosto la
empresa Habitat, también chilena, confiscará los ahorros de cinco millones de trabajadores
eventuales, empezando por los primeros quinientos mil.
Son
cinco grupos monopólicos (contando a Habitat) que se han apropiado del constante
e inagotable ahorro de cuatro millones de personas a cambio de una pensión. Sus
cotizantes son los indios tributarios de hoy.
Son
en este momento cuarenta mil millones de dólares que tienen las empresas de los
millonarios vía los bancos ¿de quiénes? Pues de los dueños de las AFP. Esto es
inmoral, pero está en la ley, forma parte del “modelo”. No trabajaron, no
crearon riqueza, ni siquiera construyeron una burguesía nacional. Simplemente,
se apropian del dinero de la gente y se prestan ellos mismos para sus negocios.
Y esos negocios son rentables porque también son forzosos, tienen consumidores
cautivos, no tienen competencia: la luz, los teléfonos. Por eso hay ingente
dinero para construir edificios, centros comerciales, casinos, por todas
partes. A eso que da una impresión de bonanza, se le llama crecimiento
económico. Pero todo está basado, no en la inversión del dinero de los
capitalistas (ellos trabajan con el dinero de otros, no lo sacan de su
bolsillo), sino en la “administración”, léase apropiación, del dinero de los
ahorristas.
Con
ese dinero, los monopolios financian a los perros del hortelano dispuestos a morder
al primer antisistema que se atreva a cuestionar el orden que han establecido.
En
suma, dominan las finanzas, la televisión, radio y periódicos; y compran a los
políticos y líderes de opinión.
¿Qué
les está quedando a los peruanos? Nada. Todo es de los extranjeros, las minas,
las empresas, las tierras, las playas. Y en el poder está el cogobierno de los
empresarios peruanos y chilenos, liderado por estos últimos. Son los
empresarios chilenos los que mandan.
¿Por
qué las AFP no prestan dinero a sus ahorristas adelantando la jubilación?
¿Por
qué no entregan el dinero ahorrado en vez de tratar a los ahorristas como a
niños?
¿Por
qué el Estado no invierte en una buena educación?
¿Por
qué no respalda a las pequeñas empresas de los peruanos?
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