miércoles, 16 de abril de 2014

Riqueza y calentamiento Héctor Béjar La clase trillonaria sigue nadando en el dinero que proviene de los combustibles fósiles. Pero ese dinero está acabando con el planeta. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) integrado por más de 1.800 científicos, ha publicado su último informe después de una reunión realizada en Yokohama, Japón. El presidente del IPCC, Rajendra Pachauri, hizo la enésima advertencia: “Si el clima continúa aumentando, la estabilidad social de los sistemas de vida humanos corre grave peligro...el cambio climático puede aumentar el riesgo de guerras civiles y violencia entre comunidades”. Los sectores más vulnerables de la población mundial serán los primeros en padecer hambre, más del que ya sufren. Los especialistas en migraciones estiman que el medio ambiente y el clima están entre los factores determinantes de los desplazamientos masivos de poblaciones. Irónicamente, las Naciones Unidas han proclamado el 2014 como el año de los pequeños estados insulares en desarrollo, PEID. A medida que aumentan el calentamiento y el nivel de las aguas, millones de personas que viven en islas, penínsulas o cerca del mar, en los denominados pequeños estados insulares en desarrollo (PEID), se ven obligados a dejar sus casas. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima entre 200 millones y un mil millones el número de personas que podrían emigrar de aquí al 2050 por razones climáticas. Pero el mundo no reconoce todavía la calidad de refugiado climático sino solo la de asilado político. En el documento Hambre y calentamiento global: cómo impedir que el cambio climático haga fracasar la lucha contra el hambre, Tim Gore, especialista de Oxfam, afirma: “las empresas que lucran con el modelo económico dependiente del carbono, como Exxon, son las que tienen más que perder con un modelo alternativo de bajas emisiones”. Por su parte ExxonMobil publicó otro informe respondiendo al IPCC, en el que afirma que es “muy improbable” que las políticas para combatir el cambio climático impidan que la empresa continúe produciendo y vendiendo combustibles fósiles en el corto plazo. Esta semana, la Cámara de Representantes norteamericana aprobó una medida que obligaría a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y a otros órganos del gobierno a centrarse en pronosticar el clima sin mencionar las causas del calentamiento. Mientras tanto, el Senado de Tennessee aprobó un proyecto de ley que prohíbe la inversión en algunas formas no contaminantes de transporte público. Según el grupo ThinkProgress, la medida fue financiada por Charles y David Koch, los hermanos petroleros a quienes mencioné en mi artículo de la semana pasada. Uno de los autores del informe del IPCC, el climatólogo bengalí Saleemul Huq, lo explicó de la siguiente manera en el programa de televisión ¡Democracy Now! (Democracia Ahora) de Amy Goodman y Denis Moynihan, autores del libro The silenced majority (La mayoría silenciada): “Las empresas de combustibles fósiles son las que abastecen de droga al mundo que les es adicto. Vamos a tener que poner fin a nuestra adicción. Vamos a tener que dejar de depender de ellos si queremos evitar el aumento de hasta cuatro grados”. La meta de los dos grados se está volviendo cada vez más difícil de alcanzar y afrontamos un aumento de cuatro. Michael Oppenheimer, profesor de Princeton University, otro de los autores del informe del IPCC, dijo a Goodman y Moynihan: “Ahora ya ha sido imposible evitar los daños. Pensemos en lo que sucederá en el futuro cuando aumente el nivel del mar y las tormentas sean más intensas”. Impotencia o ineficiencia de los estados más ricos, corrupción de los políticos, catástrofes previsibles, desplazamientos colectivos, es el cuadro que acompaña la concentración de la riqueza. Egoísmo y estupidez humana. No es como para alegrarse. Sin embargo, queda una lejana esperanza en que alguien rompa la unanimidad en el hipnotizado rebaño que marcha feliz hacia el abismo o el infierno.

miércoles, 9 de abril de 2014

Daniel Kahneman

Este mes de marzo fue presentado en el Central Hall de Westminster, Inglaterra, un best seller global: el libro de Daniel Kahneman Thinking Fast and Slow, pensando rápido y lento. London: Penguin books, 2012. Conductista y psicólogo social, Kahneman ganó el Premio Nobel en 2002. Daniel Kahneman creó el campo del behaviorismo o conductismo económico y revolucionó la psicología social. Según él, nuestra razón tiene dispositivos que son independientes de nosotros y nos conducen a grandes y sistemáticos errores. La razón es lo menos razonable que hay. Si queremos hacer mejores decisiones en nuestra vida y sociedad debemos saber que es peligroso confiar en ella. Cuando Kahneman demuestra esta afirmación con multitud de experimentos, derriba uno de los pilares de la civilización occidental y la modernidad: la fe en la razón. Por otra parte, nuestro sentido del riesgo y del peligro es influido por los acontecimientos que guarda nuestra memoria. Pero nuestras mentes no procesan estadísticamente los incidentes de violencia y peligro como lo haría un sistema computarizado. Hay un desbalance estructural o una brecha entre memoria y conducta. No siempre nuestros actos responden a nuestra experiencia. La idea de la naturaleza humana con defectos inherentes a su estructura y dinámica es consistente con una visión trágica de la condición humana. La aversión al riesgo, por ejemplo, revela la relación crucial entre economía y psicología. Nuestra naturaleza es ser limitados y cometer errores. Es parte de nuestra contextura de seres humanos que tengamos que vivir defectuosamente, con esa tragedia entre la realidad y el error. Otra parte del trabajo de Kahneman muestra cuán irracionales podemos ser. La economía está ligada a nuestra psiquis. Kahneman demuestra que somos criaturas instintivas y cualquier intento por hacernos actuar racionalmente puede llevarnos al error. Es el azar el que manda. Los descubrimientos de Kahneman afectan las modernas técnicas de planeamiento tan de moda en estados y empresas. Él muestra que el éxito financiero tiene que ver más con el azar que con la planificación. La modernidad ya fue criticada por los filósofos; pero la filosofía, al fin y al cabo, es especulación. Lo de Kahneman es un conjunto de comprobaciones respaldadas por multitud de experimentos.
Los hermanos Koch

Héctor Béjar


Antiguamente la lucha política era una confrontación de ideas.
En el mundo global del siglo XXI es una confrontación de capitales.
O, digamos mejor, es un conjunto de operaciones encubiertas de algunos grandes ricos para dominar la política y colonizar la democracia. Y lo están consiguiendo.
En los principales países del mundo los gobiernos son elegidos por minorías. Cunde la desesperanza en que mediante las elecciones se pueda cambiar algo. Lo que vale son quienes compran parcelas de influencia o todo el poder.
La decisión del Tribunal Supremo en el caso Ciudadanos Unidos contra Comisión Federal Electoral, abrió la puerta a las contribuciones ilimitadas de los empresarios en las campañas electorales en los Estados Unidos de América. El 21 de enero de 2010, el Juez Anthony Kennedy falló diciendo que la Constitución norteamericana prohíbe al gobierno limitar las donaciones.
Republicanos y demócratas sirven ahora a grupos billonarios de donantes que compiten y se enfrentan detrás de las bambalinas.
Puede haber billonarios financiando a quien quieran, como quieran, en algunos casos sin revelarlo. Y lo que eso significa es que los estadounidenses de a pie quedan fuera del proceso", dijo Barack Obama en una conferencia de prensa en la Casa Blanca en 2010.
Entre estos billonarios destacan los hermanos Charles y David Koch. Son dueños de refinerías de petróleo y un complejo de industrias ligadas al sistema energético. Se calcula que su fortuna llega a los 50,000 millones de dólares. Son la Standard Oil del siglo XXI.
Son hijos de Fred Koch, un ingeniero químico que en 1927 desarrolló un nuevo método para transformar el crudo en gasolina. Fred vendió su tecnología a José Stalin quien, al borde del primer Gosplan, o Plan Quinquenal soviético, estaba urgido en industrializar su país.
Fue una paradoja. El dinero socialista sirvió para que Fred Koch organice en los Estados Unidos,  Koch Industries, un gran consorcio capitalista dedicado al sector energético, químico, financiero e industrial.
Aunque negociaba con los rusos, Koch era anti-comunista. Contribuyó a la fundación de la John Birch Society http://www.jbs.org/, cuyo lema es Elija la libertad, organización que, por ejemplo, tilda de “totalitaria” la idea de redistribuir la riqueza a través de impuestos y gasto público y pide que Estados Unidos expulse a las Naciones Unidas (United Nations, Get US out).
Los hermanos Koch fundaron en el 2004 Americans for Prosperity, AFP. Ahora tienen una red de cien mil donantes en 32 estados y doscientos trabajadores a tiempo completo. En el 2010 el New York Times listó a 138 candidatos que recibieron fondos de los Hemanos Koch. Financian intelectuales, periodistas, escritores, universidades y becas. Crear una intelectualidad falsa y servil es un objetivo prioritario para quienes conocen la importancia de las ideas. Así aparecen autores de gran éxito y best sellers en los supermercados que son promovidos e impuestos como las estrellas del rock.
Los Koch están entre los principales financiadores del Tea Party. Recordemos los lemas que esta organización exhibe en sus demostraciones callejeras: “triturar el gasto público, acabar con la tiranía de las escuelas públicas, liberarse de las pensiones y los subsidios, dejar de regalar comida con nuestros impuestos, de mis impuestos que no vivan los holgazanes, recaudar es robar, destapemos la mentira del cambio climático”, etc., etc.
Esta manera de hacer política se está aplicando hoy en Venezuela financiando a la oposición que quiere derribar a Maduro. Y en el Perú, corre el dinero para la formación de un firme núcleo de ultraderecha afirmado en la prensa concentrada, los escritores falsos, algunas estrellas de la radio y la televisión y los políticos corruptos. Una Lima neocolonial, como cuando los limeños tuvieron que ser forzados a aceptar la independencia al comenzar el siglo XIX.

 Ambos, Venezuela y Perú, son países piloto de estas operaciones por el capitalismo salvaje, un eco sudamericano de los hermanos Koch.