martes, 13 de enero de 2015

La otra Francia

La otra Francia

Héctor Béjar

Los  Premios Nobel de literatura y economía no son inocentes. Obedecen a una tendencia y tienen un mensaje. ¿Qué quisieron decirnos este año los jurados de Estocolmo que concedieron el Nobel de literatura a Patrick Modiano?
Han premiado a una voz singular, casi desconocida en el mundo. Sin embargo, sus seguidores han leído toda su obra libro por libro, descifrando su forma lacónica de expresión, reconociendo los lugares que menciona, buscando las claves de su actitud enigmática. Nombres, números de teléfono, escenas, personajes, que retornan en cada obra.
Denis Cosnard, periodista de Le Monde, dice haber descubierto que muchos otros lectores de Modiano tenían la misma obsesión. Seguirlo, descifrarlo.
Modiano evoca la otra Francia, aquella que respira todavía debajo del mito de la libertad y la democracia.
He dicho varias veces en esta columna que esa diosa laica maquillada con los colores de la libertad ha cometido y acompañado los más horrendos crímenes de  esta época. Es heredera de Vichy, y ahora vota por Le Pen y Sarkozy.
Cité antes en esta misma columna el libro de Arnold Toynbee  La Europa de Hitler, donde el gran historiador reconstruyó  lo que todavía se oculta: la Europa continental que vivió bajo el régimen hitleriano de 1939 a 1945.
El periodista británico Alan Riding escribió en 2011: Y siguió la fiesta. La vida cultural en el París ocupado por los nazis.  Cuenta que Sartre, Camus, Picasso y muchos otros pasaron toda la guerra tranquilos y las fiestas que hacían acababan en inmensas borracheras. Francois Mitterrand estuvo con Vichy durante los primeros momentos, luego en la Resistencia, pero nunca quiso reconocer la culpabilidad del Estado francés.
Antes de la ocupación las autoridades crearon campos de concentración para los refugiados españoles. Cuando Pablo Picasso pidió la nacionalidad francesa se la negaron.
La heroica Francia antifascista es una invención de la guerra fría. Era necesaria para contraponerla a la influencia comunista. Los verdaderos resistentes fueron anónimos, desesperadamente minoritarios, casi todos comunistas, estigmatizados después en Las manos sucias. Desde Sartre hasta Picasso la postguerra inventó una resistencia que había sido en realidad una sobrevivencia, mientras que los verdaderos resistentes fueron olvidados. Eso permitió promover a estrellas hegemónicas de la cultura mundial y oponerlas a la ortodoxia estalinista.
En febrero de 2012 la revista Le Magazine Littéraire mostró que Gaston Gallimard (irónicamente el editor del Nobel esta vez) permitió que su Nouvelle Revue Francaise sea controlada por el nacional socialismo. El sindicato de editores de libros prohibió más de mil títulos de autores comunistas, judíos, masones e ingleses entre 1942 y 1943, a la vez que hizo la lista de 189 libros a promover.
Sacha Guitry elaboró del film De Juana de Arco a Philippe Pétain. Colette era amiga   del embajador alemán Otto Abetz y su esposa. Jean Cocteau frecuentaba a los ocupantes. Hecho prisionero por los alemanes, Jean Paul Sartre escribió después para Comedia, periódico colaboracionista. Durante la insurrección de 1944, según Camus, observaba a distancia las barricadas de Saint Germain des Prés. André Malraux nunca tomó la resistencia en serio cuando era pobre y desarmada y se afilió a ella recién en 1944 cuando se avecinaba el triunfo. Acabaría como Ministro de Cultura con De Gaulle.
En cambio, el húngaro Georges Politzer y Jacques Decour, editores de la clandestina La Pensée Libre fueron fusilados en 1942.

En todo el mundo, incluida Latinoamérica, existen sectores dispuestos a tolerar, ignorar o apoyar el crimen. Es el sector que hizo y hace posible la tortura durante la guerra de Argelia, la Operación Cóndor, las prisiones de Guantánamo, en fin, la dominación de los criminales. Sin la pasividad, la tolerancia, o la cooperación de las víctimas, el crimen no existiría. Quizá la condena del colaboracionismo contemporáneo sea el enigmático mensaje de  Patrick Modiano.

La fiesta está acabando ¿quién pagará la cuenta? ¿Podemos decir: todavía nos quedan patria y honor?



Héctor Béjar
El Ministerio de Economía y el INEI no han podido menos que anunciar que el Producto Bruto Interno crecerá este año menos que lo previsto.
Era obvio que basar el crecimiento del Perú en los minerales era repetir la trágica historia de la economía basada en los ciclos de materias primas.
El primer ciclo del oro terminó con la declinación de la monarquía española, el enriquecimiento de los banqueros holandeses y alemanes a costa de la ruina americana; y el empobrecimiento del virreinato  peruano en el siglo XVI. Los reyes españoles crearon una clase dominante burocrática, ociosa y rentista que no distinguía entre el interés público y el privado. Sus costumbres de robarle al estado para aumentar su fortuna siguen hasta hoy.
El ciclo de la plata terminó con la caída del imperio español y su reemplazo por el imperialismo inglés en los siglos XVIII y XIX. La república nació inválida como lo señalaron en su tiempo José de San Martín, Bernardo de Monteagudo, Simón Bolívar y José Faustino Sánchez Carrión. No tenía ciudadanos porque el Perú estaba poblado por siervos acostumbrados al señor.
El ciclo del guano acabó en la trágica guerra del Pacífico. Surgieron nuevas familias dominantes: los consignatarios del guano y consolidados de la deuda interna promovidos por Castilla y Echenique, llevaron el país a la quiebra ocasionando que cientos de peruanas y peruanos (Grau, Cáceres, Ugarte, Bolognesi y muchos más) den sus vidas y bienes por la Patria.
El ciclo del caucho no dejó nada sino esclavitud y tragedia en la Amazonía.
El segundo ciclo minero de fines del XIX acabó en la bancarrota del cobre, el plomo y el zinc después de la guerra de Corea en los cincuenta del siglo XX. Quedó La Oroya, una de las ciudades más contaminadas del mundo, con sus montañas de escoria, sus humos tóxicos y sus aguas envenenadas. Un problema sin solución.
El ciclo de la anchoveta acabó con la depredación del recurso. Lucho Banchero nos dejó la segunda ciudad tóxica después de la Oroya: Chimbote. No pagó ni un centavo por la anchoveta. Nada quedó en el país sino suciedad, mafias y delincuencia.
Luego en los ochenta vino el ciclo de la coca que no ha terminado ni terminará mientras haya 30 millones de drogadictos en los Estados Unidos y otros tantos en Europa. Desde el Alto Apurímac hasta el Ucayali, los ríos reciben toneladas de kerosene, toda clase de desechos y ácido sulfúrico que vierten miles de “exitosos” fabricantes del oro blanco.
Apostar por un nuevo ciclo de los metales era absurdo. Pero los ricos de la CONFIEP asociados a Fujimori lo hicieron porque no les interesaba el Perú sino las corporaciones a las que se asociaron. La crisis desatada por la deuda externa de los ochenta les permitió servir al denominado Consenso de Washington para vender a precio de remate los bienes nacionales y abolir los derechos laborales.
Los chinos necesitaban mucho cobre para sus nuevas ciudades, y mucha harina de pescado para alimentar sus cerdos y pollos. Atemorizados por el riesgo de la especulación global, los especuladores internacionales compraban y acumulaban oro cuyo precio subió como la espuma. Mientras la empresa de los Benavides se tragaba las lagunas de Cajamarca, miles de hambrientos bajaban del altiplano para depredar el río Madre de Dios, arañar la arena, envenenar las aguas y vender el oro a las mafias compradoras. Puerto Maldonado y sus alrededores fueron (son) depredados y convertidos en alucinantes vertederos, como a su turno otros hicieron con La Oroya, Cerro de Pasco y Chimbote.
Pero vino la crisis inmobiliaria del 2008, la bancarrota de los estados europeos, la recesión norteamericana. La locomotora china caminó más lento. La burbuja del crecimiento globalizado explotó.
¿Qué le queda al Perú después de la fiesta? Miles de familias depredando los ríos de la selva para seguir buscando oro. La producción incontrolable de cocaína. Grandes agujeros en vez de lagunas en Cajamarca. Aguas envenenadas en el Mantaro. Agotamiento de las aguas subterráneas de Ica. Mafias robando en el gobierno central, los gobiernos regionales y municipales. Bandas armadas que se disputan los contratos con el estado. Sicarios. Una población en gran parte ignorante, malnutrida, mal educada y desnutrida. Analfabeta en civismo. Cuando no hambrienta, engordada con hamburguesas, salchipapas y pollos. Embrutecida por El Trome y el Canal 2. Una ola de violencia, robo, asaltos, muerte se expande por el territorio nacional.
Es lo que ellos, los neoliberales, querían. Un país sometido, envenenado, incapaz (por el momento) de levantarse y decir ¡basta!
¿Quién pagará por los grandes errores cometidos? ¿El pueblo como siempre?

Si no los detenemos, continuarán hasta arrasar con la última brizna de país, con el último resto de dignidad que nos queda. ¿Podemos decir: todavía nos quedan patria y honor?

lunes, 12 de enero de 2015

Un nuevo ciclo de guerra ha empezado

Es probable que los acontecimientos de Francia signifiquen el comienzo de una nueva fase en la guerra que se expande por el Medio Oriente.Ahora, desgraciadamente, abarcará a Francia e Inglaterra. Es una guerra de terror por parte de ambos lados. Y se desenvuelve en todos los terrenos, incluido el cibernético.
No solo es Chile, es Pinochet
Es el pinochetismo el que domina la economía peruana

Hector Béjar

Mientras la derecha estigmatiza a los antisistema, la oposición elude ser llamada antisistema. La derecha no quiere que la llamen derecha sino centro y la izquierda teme que le digan antisistema porque la palabra está desprestigiada por la derecha como sinónimo de extremismo y locura. Es el mito que han creado.
Una gran parte del pueblo tiene miedo. Cree que si se mueve el sistema las cosas van a ser peores. Están preocupados por la inseguridad, indignados con la corrupción, atormentados por los bajos salarios, pero tienen miedo, miedo a lo que puede venir. Más vale malo conocido que bueno por conocer, piensan los conformistas.
La sociedad peruana de hoy es la sociedad del miedo. Miedo a los ladrones, a los asaltantes y miedo a que las cosas cambien.
En los noventa, cuando Fujimori asumió la presidencia, sus emisarios marcharon a Washington para comprometerse a despedir trabajadores, pagar la deuda con más deuda, endeudarse más y rematar las empresas del estado a los dueños del capital.
Poco después los miembros de la CONFIEP marcharon a Chile para ofrecer a los capitalistas chilenos las empresas que no les pertenecían a precio de saldos y retazos. Morales Bermúdez ya había vendido diez años antes la primera flota pesquera del mundo, la de Pescaperú, a los pesqueros chilenos.
¿Quiénes compraron en el remate? Empresas españolas y chilenas.
No fue Chile, no fue el pueblo chileno el que compró. Compraron en su nombre, con su dinero, las empresas de la derecha chilena, los pinochetistas de la UDI Unión Demócrata Nacional y Renovación Nacional. Compraron con los ahorros de los chilenos.  
Fueron LAN, Edelnor, Edelsur, Ripley, Saga Falabella y otras empresas, las que aprovecharon la oferta fujimorista.
Los peruanos pensaron que la economía chilena estaba tan bien después de Pinochet que podía comprarse el Perú completo. Chile era un éxito, se dijo y repitió hasta el cansancio, y debía ser imitado.
El fantasma de Pinochet invadió el Perú y todavía nos habita a través de LAN, Ripley, Saga, etc.
Pero las empresas chilenas no usaron su dinero sino el de los ahorros de los chilenos apropiado por las AFP que fueron creadas por el pinochetismo. Ahorro forzoso entregado a los empresarios a cambio de una probable jubilación que cuando llegó resultó que no alcanzaba para vivir, tal como sucede en el Perú. Los chilenos tardaron treinta años en darse cuenta de que las expectativas que habían tenido no coincidían con la realidad.
En los ochenta Pinochet se fue pero el pinochetismo se quedó en el Parlamento con los representantes vitalicios del ejército con derecho a veto y en las finanzas con las AFP. Al ejército le dieron un porcentaje fijo de las exportaciones de cobre. A los empresarios les dieron las AFP, los ahorros de la gente. Dinero y armas frente a la democracia de los partidos. La de Chile fue –y todavía es--, una democracia limitada, vigilada. El dinero y las armas los tiene la ultraderecha.
Pero el Perú ha imitado a Chile y no solo tiene AFP sino que a partir de agosto la empresa Habitat, también chilena, confiscará los ahorros de cinco millones de trabajadores eventuales, empezando por los primeros quinientos mil.
Son cinco grupos monopólicos (contando a Habitat) que se han apropiado del constante e inagotable ahorro de cuatro millones de personas a cambio de una pensión. Sus cotizantes son los indios tributarios de hoy.
Son en este momento cuarenta mil millones de dólares que tienen las empresas de los millonarios vía los bancos ¿de quiénes? Pues de los dueños de las AFP. Esto es inmoral, pero está en la ley, forma parte del “modelo”. No trabajaron, no crearon riqueza, ni siquiera construyeron una burguesía nacional. Simplemente, se apropian del dinero de la gente y se prestan ellos mismos para sus negocios. Y esos negocios son rentables porque también son forzosos, tienen consumidores cautivos, no tienen competencia: la luz, los teléfonos. Por eso hay ingente dinero para construir edificios, centros comerciales, casinos, por todas partes. A eso que da una impresión de bonanza, se le llama crecimiento económico. Pero todo está basado, no en la inversión del dinero de los capitalistas (ellos trabajan con el dinero de otros, no lo sacan de su bolsillo), sino en la “administración”, léase apropiación, del dinero de los ahorristas.
Con ese dinero, los monopolios financian a los perros del hortelano dispuestos a morder al primer antisistema que se atreva a cuestionar el orden que han establecido.
En suma, dominan las finanzas, la televisión, radio y periódicos; y compran a los políticos y líderes de opinión.
¿Qué les está quedando a los peruanos? Nada. Todo es de los extranjeros, las minas, las empresas, las tierras, las playas. Y en el poder está el cogobierno de los empresarios peruanos y chilenos, liderado por estos últimos. Son los empresarios chilenos los que mandan.
¿Por qué las AFP no prestan dinero a sus ahorristas adelantando la jubilación?
¿Por qué no entregan el dinero ahorrado en vez de tratar a los ahorristas como a niños?
¿Por qué el Estado no invierte en una buena educación?

¿Por qué no respalda a las pequeñas empresas de los peruanos?