Hechos consumados,
democracia secuestrada
Keiko Fujimori regaló artefactos, cocinas y dinero
sistemáticamente en todo el país antes y durante el proceso electoral.
El fujimorismo no ha dado cuenta de los enormes fondos
usados en el proceso. Buena parte de sus representantes están involucrados en
procesos judiciales. Violaron todas las normas pero fueron mantenidos
ilegalmente en el proceso.
Pedro Pablo Kuczynski logró inscribirse ante el Jurado
Nacional de Elecciones y la ONPE sin contar con las firmas suficientes. La
denuncia ha sido hecha ante el Colegio de Abogados y el Jurado Nacional de
Elecciones por el abogado Ricardo Noriega. Ha sido respondido con el silencio.
El mismo rigor que se aplicó para anular la inscripción de
Julio Guzmán no se aplicó para Kuczynski. Se ignora quiénes formaban su partido,
en qué congreso fue elegido como candidato y quiénes fueron sus competidores en
elecciones internas. Los candidatos que lo acompañaron no fueron elegidos,
fueron “fichados”, es decir, contratados como en el fútbol.
Se mantuvo la inscripción del partido aprista a pesar de que
no alcanzó el porcentaje de votación necesario. Se le ha concedido vocería en
el Congreso, rebajando el porcentaje de votación obligatorio.
Diversas disposiciones fueron aplicadas con carácter
retroactivo durante el proceso electoral por el Congreso, la ONPE y el Jurado
Nacional de Elecciones. Todo para crear un escenario adecuado a quienes manejan
el tinglado.
Estos y muchos otros argumentos sobran para declarar nulo el
proceso electoral peruano de 2016. ¿Qué no se puede? Hay un antecedente: el
proceso electoral austriaco. Allí el Tribunal Constitucional anuló las
elecciones del 22 de mayo en que ganó el ecologista Norbert Hofer, por
irregularidades que, comparadas con las peruanas, serían un juego de niños.
Pero todo está consumado. Los fujimoristas no reclaman
porque, debido a la cifra repartidora, han obtenido una mayoría parlamentaria
que no les corresponde. Los pepekausas no reclaman por razones obvias: ganaron.
La izquierda no reclama porque probablemente fue beneficiada por los votos de
Guzmán en la primera vuelta, resultó siendo la tercera fuerza electoral y tiene
más de veinte representantes. Todos contentos. Menos los electores.
Es indiscutible que se trató de un proceso que condujo a
obligar al país, incluida la izquierda, a elegir entre dos opciones de derecha.
Lograron construir el escenario ideal para mantener las cosas como están.
Los hechos están consumados. Y ahora quedamos presos de
Kuczynsky que tiene el Ejecutivo y de Fujimori que tiene el Congreso. En la
izquierda electoral, desgraciadamente, ya empiezan a pelearse como siempre. La
inscripción de candidaturas nuevas y alternativas para el 2021 es prácticamente
imposible excepto si uno es millonario.
La democracia peruana ha quedado secuestrada. La tarea
futura será no solo luchar por los intereses del pueblo sino combatir a los
secuestradores.
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