héctor béjar
Actualidad peruana e internacional
domingo, 2 de enero de 2022
domingo, 12 de diciembre de 2021
Carlos Marx
Al
lado del monumento, hay otra tumba. La de Herbert Spencer, el biólogo y
sociólogo que aplicó los descubrimientos de Darwin a la sociología y formuló
los fundamentos de lo que ahora se llama el “darwinismo social”. Mientras la
tumba de Spencer luce abandonada, la de Marx es visitada por gente que llega de
todo el mundo. Van desfilando uno a uno, chinos, indios, africanos, europeos,
latinoamericanos. Unos levantan el puño y se toman fotos, otros dejan flores.
Pero la lenta procesión, ese goteo humano que nadie sabe cuándo empezó, no cesa
nunca. Es la vigencia de Marx en un mundo que no ha logrado todavía la libertad
que él sostuvo que es posible y necesaria.
Se
ha escrito tanto, tan bien y tan mal, sobre las ideas de Marx y sobre él mismo,
que prefiero detenerme en su condición humana. Tenemos que descubrir al Marx de
carne y hueso y abandonar al ídolo Marx de cartón y manuales.
Curiosamente,
quienes lo seguimos hacemos con él lo que él criticaba: lo ponemos de cabeza,
empezamos por sus teorías. Una visión materialista empezaría por sus condiciones
de existencia, que fueron las que crearon su conciencia.
Están
sus biógrafos, especialmente Franz Mehring, pero también Isaiah Berlin, Francis
Wheen, David Barbero, Antonio Fernández Benayas y otros, para ilustrarnos. Está
su correspondencia y la de su corta familia.
5
de mayo de 1818. Nace el niño Karl Marx. Jorge III gobernaba en Inglaterra, en
Prusia Federico Guillermo III, el Archiduque José Antonio en Austria; y en
Rusia Alejandro I. Habían formado la Cuádruple Alianza para impedir el
resurgimiento del liberalismo en Europa. Era el neoliberalismo de entonces, la
ola conservadora, absolutista, que respondía con sangre y represión a la
también sangrienta revolución francesa.
Tréveris (Trier
en francés), la ciudad donde nació Marx, es la más antigua de Alemania, que
entonces formaba parte del Reino de Prusia. Está en el Palatinado, la región
que fue devastada por las tropas de Luis XIV en el siglo XVII. Siempre fue una
región en disputa. Recibía a la vez la influencia revolucionaria de Francia y
las transformaciones industriales que Prusia empezaba a experimentar. Allí
nació Marx y vivió sus primeros años.
Marx
sufrió las consecuencias del antisemitismo porque era hijo de un abogado judío; del conservadurismo porque su
padre era liberal; del fanatismo religioso, porque su padre tuvo
que convertirse al protestantismo junto con toda la familia para poder
trabajar. No había Inquisición en Prusia, pero sí racismo y prejuicios
antisemitas. Marx era moreno en un mundo de blancos, le llamaban “el moro”,
tenía cuerpo vigoroso de obrero, no de aristócrata. Y su familia era judía en
un mundo de cristianos luteranos. Era ateo en un mundo de fanatismo religioso.
Y defendía la práctica del socialismo francés en el ambiente de los filósofos
jóvenes que solo pensaban en teorías y especulaciones.
Era
un antisistema dentro de un sistema que estaba sólidamente instalado.
El
mismo año en que se libraba la batalla de Ayacucho durante las guerras de la
independencia, 1824, ese niño llamado Carlos Marx era bautizado en una iglesia
luterana.
En
1814, Napoleón había sido derrotado después de su catastrófica aventura en
Rusia. Había llevado, valiéndose de las armas, las ideas burguesas a toda
Europa y al Medio Oriente, pero encontró sus límites. Preso en la isla de Elba
primero y en Santa Elena después, estaba siendo envenenado lentamente hasta su
muerte en 1821. Moriría tres años después del nacimiento de Marx, el año en que
San Martín proclamó la independencia del Perú.
Las
potencias vencedoras se reunieron en el Congreso de Viena para restablecer no solo las fronteras sino
las ideologías absolutistas del Antiguo Régimen. Como nuestros reaccionarios de
hoy, querían retroceder a las instituciones anteriores a la revolución francesa.
Pero,
transitando de la razón al sentimiento y basándose en las creencias y
experiencias populares, el romanticismo revolucionario erupcionó como un volcán
intelectual y popular contra la restauración absolutista. Beethoven estrenaba
la Novena Sinfonía en 1823, Paganini y
Chopin daban sus conciertos en Varsovia en 1829. Víctor Hugo publicaba Nuestra señora de París en 1831,
Delacroix pintaba La libertad guiando al
pueblo en 1831. También fue la época de Proudhon, Flora Tristán y los
socialistas franceses, la lucha para que haya parlamento en Alemania, contra
los zares rusos en Polonia y contra el Vaticano para que Italia se unifique.
La
burguesía y el pueblo de París --obreros, guardias nacionales, estudiantes y
antiguos militares dirigidos por Thiers y Guizot que serían los masacradores de
la Comuna de París--, se levantaron contra Carlos X Borbón y generaron la Revolución
del 27 al 29 de julio de 1830. Luis Felipe de Orleans asumió el trono real y
fue establecida la monarquía constitucional según el modelo inglés. La
burguesía con títulos nobiliarios retomó el poder perdido por la revolución
francesa y desplazó a la aristocracia. Pero ya no era suficiente y la lucha
continuó. Ya no eran las masas desempleadas de París sino los proletarios
quienes reclamaban no solo por parlamento sino por una sociedad más justa y los
cartistas ingleses pedían que su fuerza de trabajo sea reconocida como
fundamento de la ciudadanía.
No
solo había una reacción contra el absolutismo sino también una discusión
crítica sobre la revolución francesa que, en la búsqueda de la libertad, devino
en el terror, la dictadura y un nuevo absolutismo imperial. Desde Prusia, los
filósofos alemanes observaban y analizaban lo que pasaba en Francia. Kant había
estudiado la razón pura y la razón práctica que venían desde Descartes y el
empirismo inglés. Hegel estaba
elaborando su gran construcción filosófica sobre la historia y las ideas.
Como para Kant, el gran tema de Hegel fue la libertad.
En
las Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal, Hegel trató de explicar el sorprendente
curso de la Revolución Francesa que buscando la libertad plena había
terminado en tiranía y terror.
Las
contradicciones que encontró en la historia llevaron a Hegel a usar el método
dialéctico como sistema, alterando la lógica aristotélica. Su método permitía explicar
las “astucias de la razón" y la "burla de la historia" que conducen a los hombres mientras ellos creen
conducirse a sí mismos y que producen resultados contrarios a los pretendidos
por sus autores. Lógica dialéctica. Una cosa es ella misma y no es ella porque,
en realidad, toda cosa cambia y se transforma en otra. Todos los acontecimientos
son contradictorios en sí mismos.
Sabemos
que como todos los jóvenes hegelianos, Marx analizó, usó y cambió el
pensamiento de Hegel. No le interesaba solo analizar el mundo sino
transformarlo.
Fue
el tercero de los nueve hijos de Henrietta Pressburg y Heinrich Marx. Recibió
clases de su progenitor hasta 1830, cuando entró en el gimnasio jesuita de Trier. Fue excusado del servicio
militar cuando cumplió 18 y cursó estudios en las universidades de Bonn, Berlín y Jena.
A
los 18 años se comprometió con Jenny
von Westphalen, una baronesa hermana del ministro de Interior prusiano, a la que conocía desde la infancia.
Ni él ni su padre tenían títulos nobiliarios. Fue un amor difícil, escondido,
contra las reglas. Siete años después de su compromiso, el 19 de junio de 1843,
casó con Jenny. Habían esperado a que mueran sus padres porque se oponían a la
relación, a pesar de que el padre de Jenny apreciaba su talento.
Jenny
acompañó a Marx toda su vida. Tuvo que romper con su mundo. Nacida en un medio
aristocrático y gubernamental, prefirió el llano. Era una activa intelectual,
una de las participantes en la Fiesta de Hambach, en sus años de adolescente,
una manifestación popular por la unidad de Alemania. Era la primera en leer
todo lo que su Karl escribía con letra indescifrable, pasaba sus textos en
limpio, aconsejaba y participó en las discusiones con Ludwig Feuerbach,
Proudhon y Bakunin. Sugirió enmiendas y títulos de artículos, mantuvo en orden
la correspondencia. Escribió ensayos sobre Shakespeare (Ricardo III) y el
teatro inglés que, desgraciadamente, no han sido traducidos al castellano[1]. Pagó un costo inmenso en sacrificio, pero lo
hizo con gusto. No hay una sola queja en su correspondencia.
Al
parecer, por lo que se puede leer en relatos, novelas históricas y
correspondencia, era un medio intelectual, bohemio, informal, el que los
rodeaba. Un medio pobre y sin recursos también. Marx y Jenny conocieron a Pierre-Joseph Proudhon, Louis Blanc, que
sería el líder de la revolución francesa de 1848, a Mijaíl Bakunin y al poeta
alemán Heinrich Heine que se convirtió en uno de los amigos más cercanos de la
pareja.
Expulsado de Francia, de Bélgica y Prusia,
perseguido y arrojado a la miseria, el matrimonio tuvo que trasladarse a
Londres, donde vivieron en el Soho, el barrio de los ladrones, los mendigos y
las trabajadoras sexuales. Al comienzo estuvieron en una vivienda provisional. A finales de 1850
Karl y Jenny hallaron una vivienda en dos habitaciones del piso alto del
número 28 de
Dean Street, donde ahora hay un bar con una placa que
los recuerda. En el Perú gobernaba José Rufino Echenique, José de San Martín
moría en Francia.
Voy poniendo fechas claves de nuestra
historia para que nos demos cuenta hasta qué punto llegaba la desinformación en
el Perú y qué lejos estábamos como país, histórica e intelectualmente de Marx
como seguimos estando ahora. En los años cincuenta del XIX, el Perú todavía
debatía entre liberales y conservadores, laicos y religiosos. La esclavitud
había sido abolida en 1830 en Europa, todavía teníamos defensores de la
esclavitud y tuvimos esclavos chinos después de los afrodescendientes.
Un
homenaje ha sido largamente postergado a las mujeres que rodearon a Carlos
Marx, protegiéndolo y cuidándolo mientras trabajaba obsesionado escribiendo El Capital.
En
primer lugar Jenny, la esposa, que abandonó una vida cómoda de noble prusiana
para seguirlo. Jenny no pudo mantener relaciones estables con su familia y eso
explica el abandono en que vivió. No era un ama de casa común y corriente,
también era gran lectora, intelectual y escritora.
Helene
“Lenchen” Demuth, la empleada de ambos, fallecida en
1880, que tuvo un hijo con Marx. Aunque esto no está plenamente probado,
algunos historiadores sostienen haber encontrado la correspondencia que
demuestra que el niño Henry Frederick Demuth, Freddy, fue inscrito por Engels
como hijo suyo para evitar el conflicto matrimonial de Karl y Jenny y el
escándalo subsiguiente en los círculos socialistas. Engels entregó al niño a un
hogar amigo de trabajadores apellidados Lewis. Los instintos humanos ganaron a
la que habría sido una actitud socialista puritana. Las costumbres de la época
y el temor a la sanción social y política también se impusieron en el hogar del
creador del socialismo científico.
Jenny
tuvo cuatro hijos con Karl. Francesca murió de frío. Tuvieron que pedir un
préstamo para sepultarla.
Edgar
murió de tuberculosis a los ocho años.
Jenny
Laura, fue la hija mayor y primera propagandista, casada con Paul Lafargue, traductor
de El Capital al francés, ambos
perseguidos sin cesar por la policía en varios países, que una vez que
fallecieron sus hijos y ya ancianos, decidieron suicidarse pasados los sesenta
años.
Eleanor,
educada por su padre y convertida en su secretaria, profesora en Brighton, también
propagandista, organizadora de sindicatos, conferencista, fundadora de la Liga
Socialista y escritora, crítica literaria, autora de El Infierno de la Fábrica, La Pregunta de la Mujer y Los Movimientos
Obreros en Inglaterra, entre otros libros, traductora de Ibsen y Flaubert,
se suicidó a los cuarenta años, víctima de Edward Aveling, un marido alcohólico
y estafador que trataba de usar el nombre de su esposa como hija de Marx para
ganar dinero.
Y
Freddy, el hijo secreto, colocado por Engels en la casa de los Lewis, no pasó por la escuela ni por la universidad.
Obrero, proletario como aquellos miles de hombres sobre los que su padre
escribía. El hijo de Karl y Lenchen vivió en el barrio de
Hackney. Trabajó en varias fábricas del East End, era tornero, fue miembro
Sindicato del Metal y fundador del Partido Laborista de Hackney. Murió el 28 de
enero de 1929[2].
Cómo olvidar a Friedrich Engels, compañero y
benefactor de Marx aun después que murió. Engels no solo era un intelectual
brillante, sino también una persona extraordinariamente humana y generosa que
nunca quiso que su nombre antecediera al de Marx. Burgués de nacimiento,
socialista de convicción. Sin él no solo Marx no habría escrito El Capital, sino que nunca lo hubiéramos
conocido porque fue Engels quien lo hizo publicar, así como otras obras de su
amigo. Murió en 1895. Manuel González Prada ya escribía sobre socialismo en el
Perú en ese año, pero solo sobre anarquismo y Piérola fundaba la república
aristocrática.
Karl
se refiere a Flora Tristán en La
ideología alemana, su defensa de los socialistas franceses frente a los
idealistas alemanes. Como se sabe, Flora Tristán fue probablemente hija de
Bolívar.
La
familia Marx tuvo que mantenerse sólo de los escasos ingresos obtenidos por Karl
que escribía artículos para periódicos en su mayoría eventuales. Uno de esos
textos es el que escribió sobre Simón Bolívar para la Enciclopedia Británica,
en el que ataca ferozmente al libertador porque, a la distancia
intercontinental, veía en él un proyecto napoleónico. Fue cuando se dedicó a escribir El Capital, en las salas de lectura del
Museo británico, un refugio ante los problemas que le acosaban. Pero también
fue la época en que intensificó su correspondencia con los populistas rusos y
los socialistas irlandeses, polacos, turcos. Empezó a pensar en que el camino
comunitario hacia el socialismo podría ahorrarle a los seres humanos los
padecimientos del capitalismo.
En
1867 se publica en Hannover el primer tomo de El Capital.
En 1881 muere Jenny con un cáncer al hígado.
El 14 de marzo de 1883 fallece Karl en Londres. El
Perú, derrotado en la Guerra con Chile, acababa de firmar el tratado de Ancón renunciando
a Tarapacá y Arica. Nadie se enteró en el Perú de la muerte de Marx.
En 1890 muere Lenchen.
En 1895 muere Engels.
En 1898 se suicida Eleanor.
En 1911 se suicidan Laura con Paul Lafargue.
En 1929 muere Freddy.
Karl
murió solo, en su habitación del Soho, en 1883.
No
transigió con el realismo político ni con el oportunismo.
No
buscó honores ni premios.
Cuando
escuchó que en Francia estaban organizando un partido marxista, replicó: “al
menos, yo no soy un marxista”.
Cuando
murió, era casi un desconocido por el gran público, pero no por los gobiernos
ni por sus policías. “Su nombre y su trabajo se fortalecerán a través de las
edades”, dijo Engels en su funeral. En efecto, ahora es muy difundido, famoso,
vigente. La historia del siglo XX es la historia del legado de Marx, ha dicho Francis
Wheen, y podemos decir: también lo que va del XXI. Y sin embargo es poco leído
de verdad debido a lo complejo de algunos de sus textos o a la desidia de sus
seguidores. Todavía es un personaje enigmático, nuevas investigaciones siguen
iluminando su vida sacrificada, mientras millones de personas siguen
discutiendo sus ideas y los viajeros continúan visitándolo en el cementerio de
Highgate. Hasta que tengamos una sociedad de seres libres, como él quería.
BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ
BENAYAS, Antonio. Réplica filial al
patriarca del materialismo. Novela histórica.
MEHRING
Franz. Karl Marx, The Story of his Life.
New York: Rowtledge Library Editions, 2010.
BARBERO David. El
amor de Carlos Marx. Teatro. Edición e book.
[1] BARBERO David. El amor de
Carlos Marx.
[2] En
1962, el historiador alemán Werner Blumenberg encontró una carta del 2 de
septiembre de 1898 escrita por Louise Freyberger, empleada de Engels y amiga de
Helene Demuth, en la que cuenta la confesión que Engels hizo en su lecho de
muerte: "Sé por el propio General [Engels] que Freddy Demuth es hijo de
Marx ".