Hector Béjar
La
vieja generación de políticos la está pasando muy mal. García, Flores, Toledo,
PPK, Flores Araoz, van camino del desván de las cosas inútiles. El proceso
electoral del 2016 puede estar señalando el fin de un ciclo político, de una
generación de hombres y mujeres que están en el sistema desde la Constituyente
de 1979. Alan García fue diputado en los ochenta y Lourdes Flores saltó a la
política defendiendo a los bancos en 1985. Toledo irrumpió en los 2000 cuando
encabezó electoralmente la oposición a la re reelección de Fujimori, cuando
Keiko era la “primera dama” de la dictadura.
EL FALSO OUTSIDER
Ahora
Julio Guzmán se anuncia a sí mismo como “el outsider”. Es el intento de quienes
manipulan el sistema para sustituir a la generación que se va irremediablemente
por otra que siga haciendo lo mismo. Guzmán sería un rostro más vendible en
términos mediáticos que la hija de un ex presidente encarcelado por crímenes de
lesa humanidad y corrupción. Cambiar para no cambiar.
Guzmán
no es ni nuevo como dice ni reformador del sistema como pretende.
Según
César Hildebrandt, Julio Guzmán ha sido consultor del Banco Interamericano, Viceministro
de la Producción, Secretario General de la Presidencia del Consejo de Ministros,
socio de la consultora Deloitte & Touche, consultora privada del Ministerio
de Salud, la Presidencia del Consejo de Ministros, el Poder Judicial y el MEF,
militante o por lo menos asiduo participante del Partido Nacionalista bajo los
auspicios de Nadine Heredia e inquilino del “vientre de alquiler” llamado Todos por el Perú, partido fantasma de
Drago Kisic y Gonzalo Aguirre, de la consultora Macroconsult. Para inscribirlo
pretenden hacer creer que el partido existe. Guzmán es una creación mediática y
su partido, una invención. Pretende entrar al sistema sin DNI, pateando la
puerta.
Guzmán
ha dicho que la consulta previa no le gusta. Aguirre ha afirmado que el trabajo
de los jóvenes, ya “flexible”, se debe flexibilizar más. Guzmán quiere iniciar
relaciones prioritarias con el Israel guerrero y criminal.
LOS YUPPIES
EN LA PRESIDENCIA
Esta
iniciativa de Macroconsult fue acogida y apoyada por quienes manejan desde hace
muchos años el Ministerio de Economía, de Educación y los ministerios de alivio
a la pobreza. Ahora estos consultores interesados solo en el enriquecimiento
personal ensayarán, si triunfan, manejar la presidencia de la República.
Con
Guzmán llegarían a la presidencia los yuppies
(jóvenes profesionales urbanos en ascenso social) del pasado reciente que ahora
bordean los cincuenta años. Es una nueva generación acostumbrada a parasitar el
Estado y a buscar el enriquecimiento personal antes que el servicio al país. No
tienen más bandera que la de mantener y mejorar su propio estatus, su situación
social.
César
Acuña es el empresario cholo emergente. Es un ladrón de textos como otros son
ladrones de dinero mediante metodologías diversas. Pero la plata no le cae
sola. Él la hizo a su manera desde la provincia y por eso la Lima alta, la de
los empresarios grandes, sus abogados y burócratas, lo detesta y hace todo lo
posible por desalojarlo de su club exclusivo. No depende de nadie. Como Donald Trump
en los Estados Unidos, tiene su propio dinero, no necesita pedir favores porque
puede comprar todo en una sociedad donde todo se compra y se vende. Pero su
misma presencia de cholo provinciano emergente es inadmisible en el mundo limeño
de los malls, los celulares y las cuatro por cuatro. La derecha lo aceptaría solo
en un caso extremo, como tabla de salvación. Pero no se encuentra en esa
situación. Domina el campo electoral y se da el lujo de ir dividida.
Se
reclaman “de izquierda”, cuatro candidatos: Simon, Verónica, Santos y Cerrón. Si
ninguno de estos partidos logra superar el 5% en estas elecciones, la izquierda
será borrada del sistema político por muchos años. Verónica aparece con mayores
posibilidades según las encuestas. Pero las encuestas son dudosas y son parte
de la campaña. Mediante las encuestas, los grandes tratan de inducir al
electorado hacia el elenco político que la derecha quiere.
¿IZQUIERDA
MODERNA?
Quienes
promueven a Verónica quieren una izquierda “moderna”. Se ha pronunciado en ese
sentido el propietario del Diario Uno. Ignoran que el modernismo, la modernidad,
es algo ya superado en el mundo teórico y político, porque lo moderno ha
fracasado en todas partes con la ciencia criminal de las armas tecnológicas, la
industria contaminante y la agricultura envenenadora de suelos. Lo “moderno”
viene del siglo XIX capitalista, del peor industrialismo. Estas son nuevas
épocas, requieren de una elaboración teórica mucho más refinada y de una
recuperación de los valores que el modernismo despreció y eliminó. No se trata
de “modernizar” sino de abandonar los egoísmos, estudiar seriamente el país y
retomar los valores de solidaridad, generosidad y amplitud de miras que todo
movimiento renovador debe tener. Y el modernismo es más egoísmo, más
competencia, más ignorancia, más individualismo.
SISTEMA
BLOQUEADO
La
derecha está trabajando para una ilegalización “legal” de los inconformes con su sistema o para disfrutar de una
oposición domesticada, alejada de los “malos ejemplos” de Cuba y Venezuela. Moldea
y modula el sistema político para que se adecúe a sus intereses. Quiere una
democracia cautiva.
En
la práctica, el pueblo del Perú ya tiene cerrado el acceso al sistema político.
Crece la conciencia de esa realidad, incluso en políticos tradicionales como
Ricardo Belmont y Alejandro Toledo que amenazan con denunciar todo el proceso
como un gran fraude. Asqueado, César Hildebrandt ha llamado a votar en blanco.
La
democracia peruana es, en realidad, una dictadura de las empresas, una autocracia
de la concentración mediática que ahora incluye a las encuestadoras; y una plutocracia.
En ella, la corrupción no es un accidente de algunos o un mal pasajero. Es una
enfermedad crónica, incurable. La corrupción es parte de un sistema en que el
total de lo que hace el Estado está privatizado, en manos de todo tipo de
empresas, grandes y chicas, que sobornan y son sobornadas.
Es
la denuncia de ese sistema y la construcción de una gran fuerza popular la
tarea que deberíamos plantear. Si esa
tarea se hubiese iniciado desde la caída de Fujimori el 2000, ahora tendríamos
una fuerza popular organizada y una perspectiva viable de gobierno. La
situación de hoy es perversa. Estamos pagando las consecuencias de lo que
hicimos mal y de lo que no hicimos.
Colega Héctor nos presentas un texto lúcido, aunque algo doloroso. En estos días difíciles es necesario construir ideas y opiniones nuevas, repensar el Perú. Gracias. Saludos.
ResponderEliminarEn teoría es interesante sus planteamientos, pero lo más saludable sería una propuesta concreta. Si la modernidad es algo superado, eso no se dio en el Perú, será necesario implementarlo en el país dejando de lado sus partes negativas? y si no es así,¿con cuál alternativa política empezamos construir camino autónomo e independiente?
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