miércoles, 9 de abril de 2014

Los hermanos Koch

Héctor Béjar


Antiguamente la lucha política era una confrontación de ideas.
En el mundo global del siglo XXI es una confrontación de capitales.
O, digamos mejor, es un conjunto de operaciones encubiertas de algunos grandes ricos para dominar la política y colonizar la democracia. Y lo están consiguiendo.
En los principales países del mundo los gobiernos son elegidos por minorías. Cunde la desesperanza en que mediante las elecciones se pueda cambiar algo. Lo que vale son quienes compran parcelas de influencia o todo el poder.
La decisión del Tribunal Supremo en el caso Ciudadanos Unidos contra Comisión Federal Electoral, abrió la puerta a las contribuciones ilimitadas de los empresarios en las campañas electorales en los Estados Unidos de América. El 21 de enero de 2010, el Juez Anthony Kennedy falló diciendo que la Constitución norteamericana prohíbe al gobierno limitar las donaciones.
Republicanos y demócratas sirven ahora a grupos billonarios de donantes que compiten y se enfrentan detrás de las bambalinas.
Puede haber billonarios financiando a quien quieran, como quieran, en algunos casos sin revelarlo. Y lo que eso significa es que los estadounidenses de a pie quedan fuera del proceso", dijo Barack Obama en una conferencia de prensa en la Casa Blanca en 2010.
Entre estos billonarios destacan los hermanos Charles y David Koch. Son dueños de refinerías de petróleo y un complejo de industrias ligadas al sistema energético. Se calcula que su fortuna llega a los 50,000 millones de dólares. Son la Standard Oil del siglo XXI.
Son hijos de Fred Koch, un ingeniero químico que en 1927 desarrolló un nuevo método para transformar el crudo en gasolina. Fred vendió su tecnología a José Stalin quien, al borde del primer Gosplan, o Plan Quinquenal soviético, estaba urgido en industrializar su país.
Fue una paradoja. El dinero socialista sirvió para que Fred Koch organice en los Estados Unidos,  Koch Industries, un gran consorcio capitalista dedicado al sector energético, químico, financiero e industrial.
Aunque negociaba con los rusos, Koch era anti-comunista. Contribuyó a la fundación de la John Birch Society http://www.jbs.org/, cuyo lema es Elija la libertad, organización que, por ejemplo, tilda de “totalitaria” la idea de redistribuir la riqueza a través de impuestos y gasto público y pide que Estados Unidos expulse a las Naciones Unidas (United Nations, Get US out).
Los hermanos Koch fundaron en el 2004 Americans for Prosperity, AFP. Ahora tienen una red de cien mil donantes en 32 estados y doscientos trabajadores a tiempo completo. En el 2010 el New York Times listó a 138 candidatos que recibieron fondos de los Hemanos Koch. Financian intelectuales, periodistas, escritores, universidades y becas. Crear una intelectualidad falsa y servil es un objetivo prioritario para quienes conocen la importancia de las ideas. Así aparecen autores de gran éxito y best sellers en los supermercados que son promovidos e impuestos como las estrellas del rock.
Los Koch están entre los principales financiadores del Tea Party. Recordemos los lemas que esta organización exhibe en sus demostraciones callejeras: “triturar el gasto público, acabar con la tiranía de las escuelas públicas, liberarse de las pensiones y los subsidios, dejar de regalar comida con nuestros impuestos, de mis impuestos que no vivan los holgazanes, recaudar es robar, destapemos la mentira del cambio climático”, etc., etc.
Esta manera de hacer política se está aplicando hoy en Venezuela financiando a la oposición que quiere derribar a Maduro. Y en el Perú, corre el dinero para la formación de un firme núcleo de ultraderecha afirmado en la prensa concentrada, los escritores falsos, algunas estrellas de la radio y la televisión y los políticos corruptos. Una Lima neocolonial, como cuando los limeños tuvieron que ser forzados a aceptar la independencia al comenzar el siglo XIX.

 Ambos, Venezuela y Perú, son países piloto de estas operaciones por el capitalismo salvaje, un eco sudamericano de los hermanos Koch.

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